Los susurros del calor by Helen Rytkönen

autor:Helen Rytkönen [Rytkönen, Helen]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-04-20T00:00:00+00:00

* * *

La fiesta de cumpleaños de Alejandro Almazán fue absolutamente espléndida. Ahora, que ya ha pasado tiempo, la recuerdo envuelta en una especie de rutilante resplandor dorado, como una de esas noches perfectas de las que hay pocas en la vida. El anfitrión, después de tantos años celebrando por todo lo alto su nacimiento —⁠y aprovechando para cerrar acuerdos comerciales beneficiosos para su empresa esa misma noche⁠—, decidió que aquel año iba a hacer una fiesta atendiendo solo a sus preferencias, pues estaba cansado de hacer fiestas temáticas, de buscar lo que estuviese de moda para sorprender a sus invitados. En su septuagésimo noveno cumpleaños se iba a tomar la libertad de diseñar la celebración que siempre quiso hacer. Y quizá por eso fue la más auténtica y original de todas, según todas las crónicas posteriores.

Los invitados fueron muchos menos de lo habitual, porque el patriarca ya no tenía ninguna intención de hacer negocios esa velada. Allí había gente de todo tipo, una genial amalgama de personas de diferentes profesiones y ámbitos con las que fue un placer charlar con ligereza. Los hombres iban de traje, a excepción de los All Whites, que causaron sensación al presentarse todos juntos con sus acompañantes, y las mujeres lucían divinas con sus modelos llamativos. La cena, servida en estaciones de comida, estuvo a cargo de un renombrado chef del norte de la isla, buen conocido mío y que era sinónimo de seguridad y comida creativa de calidad. La gente se sentaba en imaginativos rincones cerca de los jardines mientras en la zona de la terraza, la principal, los camareros pasaban con bandejas de pequeños platos calientes y fríos. Había una barra de cócteles muy caribeña y, al lado del grupo en vivo que cantaba boleros y versiones de Nat King Cole, se hallaba una fuente de champán, algo que solo recordaba haber visto en películas y series de los ochenta. Toda la zona deslumbraba con sus lucecitas titilantes, y hasta en la cercana piscina flotaban bolas blancas luminosas.

Al terminar el servicio de cena, una gigantesca y sencilla tarta blanca, plagada de espigadas velas del mismo color, apareció ante Alejandro Almazán, y, tras decir unas palabras con cierta emoción, las apagó a la vez que todos los presentes le coreábamos el Cumpleaños feliz. Su hijo Álex le entregó un sobre, que contenía la recaudación de la fiesta, y que se iba a destinar a una iniciativa de limpieza de fondos marinos alrededor de las islas. Siempre lo hacía: no quería regalos, sino que los asistentes donasen algo de dinero a una causa diferente cada año. Para mí era una forma de intentar resarcirse de tanto trapicheo que había hecho para construir su imperio, pero tenía que reconocer que por lo menos se le veía el detalle.

—Esa era la empresa con la que colaboraba mi madre cuando vino aquí —⁠me comentó Aren, sorprendido⁠—. No sabía que seguía operando.

—Es un bonito gesto —comenté, pensativa. ¿Significaría algo más? ¿Le estaría dando algún tipo de mensaje oculto

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